A partir del Concilio Vaticano II los jóvenes se han convertido en una prioridad para
la Iglesia Católica. En ocasiones hacemos algunas cosas que nos han enseñado, pero
no conocemos su origen y por esto no comprendemos su significado.
La Lectio Divina encuentra sus raíces en las sinagogas judías, donde los rabinos
enseñaban que la lectura, la meditación y la oración era la mejor forma de
comprender Las Escrituras. Manteniendo esa tradición, las primeras comunidades
cristianas (II Tim 3, 14-17), desde Orígenes de Alejandría, pasando por San
Jerónimo y San Ambrosio de Milán, se desarrolló una espiritualidad del
desierto, que consistía entre otras cosas, en apartarse de los afanes de este
mundo, del egoísmo personal, irse a un lugar alejado para vivir el Evangelio de
forma más genuina, sencilla y humilde, en búsqueda de la pureza de corazón.
Grandes hombres de Dios como San Juan Crisóstomo, San Gregorio Magno, entre
otros, afirmaron la Lectio Divina; pero fue Isidoro de Sevilla quien dijo “Cuando
rezamos, hablamos con Dios, cuando leemos Dios habla con nosotros” con esta
frase podemos comprender el significado histórico de la Lectio Divina y su
propósito. A lo largo de la historia, la Iglesia ha mantenido la Lectio Divina como la
forma más adecuada para acercarse a Dios. Ahora que comprendes el origen y
significado de la Lectio Divina te invitamos ponerla en práctica en tu vida, te
edificará, te alegrará y tendrás más comunicación con Dios. Lee, Medita y Ora, esa
es la moda.